A la espera de que llegue a España la película ganadora de la Palma de oro en Cannes, "El árbol de la vida", de Terrence Malick, toca recordar y visionar la corta e intensa carrera de este peculiar personaje. Un auténtico artista que no se deja ver (no recogió el galardón por el que hubiera matado Almodóvar o un Lars Von Trier que volvió a cagarla, esta vez en forma de comentario y no de película) ni oir ni influenciar por todos aquellos que le veneran y que desean que se prodigue más en esto de hacer películas.
Una de las poquísimas imágenes de Malick
Lo cierto es que sí lo ha hecho, porque en los últimos 13 años ha realizado 4 películas, (la última aún por estrenar y protagonizada por un Bardem que sigue añadiendo grandes nombres a su lista de directores) lo cuál parece irrisorio al hablar de esta industria en estos tiempos. Pero teniendo en cuenta que desde 1970 hasta 1998 sólo filmó dos películas, “Malas Tierras” (debut de Martin Sheen) y “Días del cielo” por las que tocó el idem y se convirtió en leyenda para después desaparecer durante 20 años, podemos entonces decir que ciertamente Malick “se ha soltado el pelo”.


"El nuevo mundo" sin Farrell mejor

Naturaleza, tormento humano, poesía en imágenes. El cine de Malick
Todo el ingenio de varias cabezas pensantes al servicio de una fotografía (de un Nestor Almedros que ganó el Oscar) que casi deja en segundo plano la hermosa música de Ennio Morricone y que alcanza su mayor logro en la secuencia de la plaga. Ante la imposibilidad de lograr realmente captar el vuelo alocado de miles de langostas y en tiempos en los que los trucos digitales no eran más que ciencia ficción, miles de cáscaras de cacahuetes fueron lanzados desde un helicóptero simulando ser los temidos insectos. Después no quedaba más que pasar la cinta marcha atrás, para que esos cacahuetes, o langostas, subieran en vez de bajar.
Minuto 2:35. La imagen va hacia atrás...y las "langostas" suben
Dijo Robert De Niro que “El árbol de la vida” es una película enorme. En verdad todos los proyectos del director invisible lo son. Mejores o peores, fascinantes para unos y soporíferos para otros. Pero es innegable que si el cine es como se dice “imagen en movimiento”, Malick y “Días del cielo” son CINE, así, con mayúsculas.
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