Intocable ****
Cuando los guiñoles del plus decidieron mofarse de Contador, Nadal y compañía la pifiaron en todos los sentidos. Porque desde ahora las inevitables victorias de los nuestros en suelo francés serán doblemente celebradas, produciendo con ello el doble de rabia gabacha. Porque por ejemplo el Real Madrid no dejó ni dejará que sus jugadores hablen para su cadena, y así harán otros cuantos. Y sobre todo porque quedaron retratados. Con lo fácil y elegante que hubiera sido decir: “Sí, pero nuestro cine es mejor”.
Cuando los guiñoles del plus decidieron mofarse de Contador, Nadal y compañía la pifiaron en todos los sentidos. Porque desde ahora las inevitables victorias de los nuestros en suelo francés serán doblemente celebradas, produciendo con ello el doble de rabia gabacha. Porque por ejemplo el Real Madrid no dejó ni dejará que sus jugadores hablen para su cadena, y así harán otros cuantos. Y sobre todo porque quedaron retratados. Con lo fácil y elegante que hubiera sido decir: “Sí, pero nuestro cine es mejor”.

Bastará con ver estos días en nuestras salas de cine la última comedia vecina, “Intocable” para constatar con resignación que esa película no la parimos en España ni de casualidad y para tener que recurrir como escudo aunque con derecho a nuestra frase comodín: “sí, pero nuestro deporte es mejor”.
"Intocable", basada en una historia real llevada a novela por su protagonista, Philip Pozzo Di Borgo, narra la historia de un rico tetrapléjico y un inmigrante del extra radio cuyas vidas presumiblemente incompatibles se cruzan para beneficio de ambos. Los dos superan sin problemas los mismos prejuicios contra los que tienen que luchar para compenetrarse y sobrevivir y consiguen salir adelante teniéndolo todo en contra. Una historia sencilla y conmovedora, cargada de diálogos ingeniosos y desternillantes, pero también de la seriedad y el drama necesarios para conseguir que las lágrimas del espectador no sean solamente de risa.

Y sin esos ingredientes consiguen además reirse de sí mismos, abordar temas sociales y dejar intactas las sensibilidades de sus compatriotas. Sin ir más lejos, me pregunto cuantas sensibilidades heriría una adaptación, como hicieran los italianos, de la genial "Bienvenido al Norte" a la que llamaríamos, por ejemplo, "Bienvenido al oeste".
No es por azar ni tampoco porque se dopen. Las razones son las mismas que las nuestras en el terreno de juego, basadas en innumerables cualidades respaldadas con trabajo y resumidas con un tajante “son mejores”. Podríamos tirar de guiñoles y mostrar nuestra frustración y complejo de inferioridad acusándolos de esto y lo otro, pero yo voto por quedar mejor que ellos y limitarme a decir: “touché”.
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Totalmente de acuerdo, José. Yo creo que simplemente es un tema de educación. Para hacer una buena película tienes que saber mirar a tu alrededor, y si eres un burro (y peor aún, ni siquiera sabes que lo eres) es imposible.
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