Micmacs ***
Sin tratar de ponerle a su altura, Jean-Pierre Jeunet es, como Woody Allen o Federico Fellini, uno de esos realizadores que ha conseguido crear su propio universo en la pantalla. Películas que, con sólo dos tomas, delatan de inmediato al director que hay tras ellas. Habría que colocar al margen su incursión en la ciencia ficción de la mano de “Alien Resurrection”, pero el resto de sus obras saltan inmediatamente a la vista como “una de Jeunet”.
Este particular francés logró un merecido respaldo de crítica con la inclasificable “Delicatessen”, pero el aplauso del público y la fama mundial no le llegó hasta "Amelie", piedra angular de su carrera y espejo sobre el que se han mirado el resto de sus obras.
No es para menos, pues independientemente de la aversión o devoción que sienta cada cuál con el mítico personaje interpretado por Audrey Tautou lo que es innegable es que Jeunet marcó con ella un antes y un después en el mundo audiovisual, como también hiciera, por ejemplo, "Matrix".
Que sí. Y para ejemplo, una anécdota muy significativa que tuvo lugar en la misma sala de cine donde uno hablaba con su acompañante de la susodicha película cuando, de repente, comenzó la proyección de anuncios previos. Aquarious apostaba por la libertad de sus consumidores de elegir libremente el nombre que quisieran y uno comprobaba con orgullo y satisfacción, como el Rey, que su teoría se hacía carne ahí mismo. Pues lo cierto es que el montaje, el ritmo, la narración y el estilo en sí de aquel anuncio eran puramente “amelinianos”. Como tantos otros spots, promos, cortos y películas que beben directamente de ese modo tan peculiar de contar las cosas que se inventó Jeunet y nos descubrió Amelie.
Anuncio previo a la película. Puramente "Ameliniano"

"Amelie va a cambiar tu vida"
Era un mensaje para Jeunet
Los detractores de Jeunet basan su odio en la obsesión de este por hacer de sus cintas lo más entrañable que uno haya visto jamás. “Amelie” rozaba en ocasiones esa pedantería que se potencia aún más cuando se narra en francés, pero se libraba por los pelos gracias a su gran argumento y a su, insistimos, innovador estilo.
Decía Wilder (siempre acabo en él, por qué será) que cuando buscas la sensibilidad lo que te sale es sensiblería barata, y es ese el error en el que cae "MicMacs", que no se entera de que demasiado azúcar estropea hasta una lengua de regalíz y que presenta unos personajes que a fuerza de ser tan encantadores terminan por resultar un pelín cargantes. (En especial el personaje interpretado por Julie Ferrier, más cansino que...que Willy Toledo, por ejemplo).
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