A lo largo de los últimos días hemos leído en innumerables webs, periódicos, foros y blogs que Breaking Bad es, sin ninguna duda, la mejor serie de la Historia. De hecho, el final, que suele ser el “pero” al que los frikis quisquillosos recurren al hablar de la perfección o no de una serie (Los Soprano son el mejor ejemplo) podría en este caso no haber sido tan perfecto como ha sido, que a un servidor y a muchos más Breaking Bad nos seguiría pareciendo la indiscutible número uno.
“El
guión lo es todo”, decía Billy Wilder. Ahí dejó “El apartamento” para
corroborarlo. Y Breaking Bad ha firmado bajo esa sentencia. Las aventuras y
desventuras de Walter White no han contado con el reparto de Los Soprano, el
presupuesto de Boardwalk Empire, los culos y tetas de Juego de Tronos, la
rabiosa actualidad de Homeland, los decorados de Lost, las vísceras al aire de The walking dead o el atrezzo y la ambientación de Mad Men.
Los
hombres de Breaking Bad tan sólo ha contado la historia de un tipo
aparentemente normal, en un sitio aburrido, con una esposa fea y muy pocos
amigos dándole réplica. No han tirado de dinero, efectos especiales o tías
buenas para llamar la atención del espectador. Y sin embargo han convertido esa
historia ni más ni menos que en El Padrino, cuando parecía imposible que nadie,
jamás, osaría quitarle ese honor a Tony Soprano.
W.W. Un tipo muy normal... |
Para
colmo, el guión de Breaking Bad no ha sido sólo bueno, sino “cada vez mejor”. A
cada capítulo el nivel subía un poco más, como el tanto por ciento de pureza de
la meta azul, hasta llegar al “10 absoluto” que tanto crítica como público han
decidido otorgarle.
Una unanimidad que también existe con respecto al
siempre peligroso final y que muy pocas obras a lo largo de la
historia han conseguido alcanzar: El Padrino, y poco más.Si te ha gustado esta noticia, tal vez te pueda interesar:
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