Ayer volví a ver "Bienvenido Mr Marshall". He de confesar con rubor que sólo la había visto una vez, hace mucho mucho tiempo cuando me la puso mi padre, y prácticamente ni la recordaba.
Ya hemos expuesto en este blog la teoría de los 5 minutos, tras los cuales y a no ser que la cosa se tuerza mucho ya sabes si estás ante una bazofia o ante una obra maestra. Al primer minuto de "Bienvenido Mr Marshall" sabes que vas a gozar de una gran película.
En realidad en el cine ya está todo inventado. Creemos que los diálogos rápidos e ingeniosos son cosa de Woody Allen o Scorsese, que el dinamismo en el montaje llegó de la mano de Tarantino y que lo absurdo, dantesco, chocante y por todo ello genial es cosa exclusiva de Fellini.
En menos de una hora y veinte (lo que también demuestra que no es necesario que una obra dure más de dos horas y media para que pueda ser maestra) Berlanga, que duda cabe que de la mano de Bardem (el bueno, el auténtico) y Miura, nos encandila de principio a fin con esta historia que no frena, con unos diálogos genuinamente españoles y por ello extraordinarios, con unas situaciones brillantes, con unas secuencias divertidísimas y cargadas de guiños, mensajes y simbolismos (mención aparte para los sueños del cura y sobre todo del Alcalde. Se podrían escribir muchas páginas sobre esta secuencia, pero lo mejor es verla) y con un montaje, insisto, adelantadísimo a su época y que hace imposible que esta cinta envejezca.
Cada minuto es mejor que el anterior, y uno no puede más que rebobinar para volver a escuchar esa frase, para ver de nuevo esa cara de Isbert o para captar toda la gracia y la magia que tiene cada segundo de esta historia, o cuento al fin y al cabo narrado en la voz de Fernando Rey.
Para que hablar del final, si la hayamos visto o no todos lo conocemos. Redondo, perfecto para, después de tantas peripecias, sueños y esperanzas, acabar con una buena moraleja: Venga quien venga, soñemos lo que soñemos, existan o no los Reyes magos...la vida continúa, y eso es lo que importa.
Ojalá continuara también la de Berlanga.
Si te ha gustado este artículo, no dejes de leer:
-Japón, según su cine
-Sólo el cielo lo sabe
Ya hemos expuesto en este blog la teoría de los 5 minutos, tras los cuales y a no ser que la cosa se tuerza mucho ya sabes si estás ante una bazofia o ante una obra maestra. Al primer minuto de "Bienvenido Mr Marshall" sabes que vas a gozar de una gran película.
En realidad en el cine ya está todo inventado. Creemos que los diálogos rápidos e ingeniosos son cosa de Woody Allen o Scorsese, que el dinamismo en el montaje llegó de la mano de Tarantino y que lo absurdo, dantesco, chocante y por todo ello genial es cosa exclusiva de Fellini.
En menos de una hora y veinte (lo que también demuestra que no es necesario que una obra dure más de dos horas y media para que pueda ser maestra) Berlanga, que duda cabe que de la mano de Bardem (el bueno, el auténtico) y Miura, nos encandila de principio a fin con esta historia que no frena, con unos diálogos genuinamente españoles y por ello extraordinarios, con unas situaciones brillantes, con unas secuencias divertidísimas y cargadas de guiños, mensajes y simbolismos (mención aparte para los sueños del cura y sobre todo del Alcalde. Se podrían escribir muchas páginas sobre esta secuencia, pero lo mejor es verla) y con un montaje, insisto, adelantadísimo a su época y que hace imposible que esta cinta envejezca.
Cada minuto es mejor que el anterior, y uno no puede más que rebobinar para volver a escuchar esa frase, para ver de nuevo esa cara de Isbert o para captar toda la gracia y la magia que tiene cada segundo de esta historia, o cuento al fin y al cabo narrado en la voz de Fernando Rey.
Para que hablar del final, si la hayamos visto o no todos lo conocemos. Redondo, perfecto para, después de tantas peripecias, sueños y esperanzas, acabar con una buena moraleja: Venga quien venga, soñemos lo que soñemos, existan o no los Reyes magos...la vida continúa, y eso es lo que importa.
Ojalá continuara también la de Berlanga.
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