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lunes, 24 de diciembre de 2012

Yellow Bricks, en busca de Oz


Cuando Rodrigo Faez, líder y cantante de Yellow bricks, salió al escenario con esas gafas de sol y esa cara de chulo digna de todo rockstar, decidió mencionar antes que nada los tiempos de La hacienda. El escaso pero entregado público congregado esa noche en Intruso Bar vitoreó esas palabras, pero no pareció comprenderlas. Normal. Difícil entender que esa rockstar estaba hablando del comienzo de una de sus películas favoritas, 24 hour party people, que narra cómo el creador de la histórica sala de Manchester fue uno de los pocos, poquísimos privilegiados en presenciar el primer concierto de un grupo llamado Sex Pistols. Enrevesado, sin duda, pero ese era el mensaje: “esta, como aquella, es una noche mítica”.
Enrevesado y engreído, así es Rodrigo Faez encima del escenario. No necesita emular a sus venerados Gallagher (estos lo son también fuera del escenario) porque él ya lo lleva dentro. Habla, toca y canta como el que sabe que lo hace bien, y eso le convierte en lo que ha de ser un estrella de rock. Eso, una estrella.
Con los primeros acordes de Let the people feel the rain ya sabes que algo está fallando. La sala es la que es, el grupo está presentando el disco. Pero aquello suena a rock veterano y curtido en mil conciertos. Y uno piensa en la melodía de Burning y la amolda a lo que está presenciando: “que hace una banda como tú en un sitio como este”?
La poderosa Look ahead, la atrayente Pretty excuses, la adictiva Take me, shake me... Ni siquiera los típicos fallos de sonido parecen poder parar tanta guitarra, tanta buena canción dispuesta a hacerse oir más allá de las paredes de esa ya diminuta sala y cargada de letras y melodías directas, amargas, contestatarias pero no quejicas y sobre todo pegadizas y brillantes.  

Presumen con razón de ser un grupo de rock y solo rock, pero como les pasa a todas las bandas de este estilo, son precisamente sus baladas sus obras maestras. The box y Steal the sun son dos canciones “indignas” de un grupo novel, y consiguen, como en la escena de la peli, que por un momento la gente deje de hacer el idiota para prestar verdadera atención a esos 4 novatos, e incluso que alguno se crea las soberbias palabras con las que ha arrancado el concierto. "¿Y si esta noche es mítica? Y si estoy en el primer concierto de un grupo que será realmente grande?".
Afortunadamente, y como Urquijo, los chicos de Yellow bricks se vuelven “vulgares” al bajar del escenario, y ponen en el suelo unos pies que sus groopies tienen en las nubes. En efecto, paso a paso. Baldosa a baldosa. Hasta encontrar la playa.

Yellow bricks habla de saltar muros, mirar hacia delante, escapar de cajas y navegar por el mar. Presuponemos que esos son los sentimientos que embargan a su líder de cuyo trabajo actual no parece estar muy contento y al que le aseguramos no debe preocuparse. Con canciones de ese calibre y directos con esa fuerza escapará raudo de su particular prisión y andará rápidamente y junto a sus colegas de viaje ese tortuoso y difícil camino hecho a base de baldosas amarillas hasta llegar a su particular Oz, donde las salas están llenas, los productores te pagan discos y, en fin, los sueños se hacen realidad.
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