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jueves, 8 de septiembre de 2016

Apocalipsis al cubo

A estas alturas de la película no estamos para hablar al lector de este blog de "Apocalypse Now" en la sección “hoy quisiera recomendar” (un título ya de por sí un tanto soberbio, lo reconozco). Pero sí recordar una manera muy apropiada para zambullirse de lleno en el universo infernal e inolvidable creado por Coppola en 1979.
Nos referimos a una especie de “maratón apocalíptico” consistente en la lectura de “El corazón de las tinieblas” y en el visionado de “Apocalypse Now” y “Hearts of darkness, a filmmaker´s apocalypse” tras el cuál uno quedará doblemente flipado respecto a cuando “únicamente” se metía entre pecho y espalda la película en cuestión.

"El corazón de las tinieblas", de Joseph Conrad, es el libro en que está basado "Apocalypse Now". En verdad, son pocos los elementos que tienen en común estas dos obras, aunque sí coinciden en lo elemental. Joseph Conrad narra sus inquietantes experiencias por su travesía por el río Congo, donde vió con sus propios ojos cosas que sólo imaginaba existieran en el infierno y que retrata y presenta al lector con una prosa insuperable, donde no falta ni sobra ninguna palabra. Su alter ego, Marlow, surca el río en busca de Kurtz, un traficante de marfíl que ha perdido el juicio y se ha endiosado hasta tal punto que, allá donde habíta, es en efecto un Dios.

Conrad vió El corazón de las tinieblas..
Esta idea básica y ese ambiente tétrico y acongojante son los que toma Coppola para su película, demostrando con ello ser tan buen lector como escritor y director, oyente de ópera o bebedor de vino. Un hombre completo, en fin, de los que no quedan. Es por ello que sorprende su total inseguridad durante el rodaje de "Apocalypse Now". Su permanente sensación de estar haciendo una chuminada pretenciosa y su absoluto convencimiento del fracaso de ese trabajo, todo esto recogido y grabado por su mujer sin consentimiento de este y plasmado en “Hearts of darkness, a filmmaker´s apocalypse”

Un documental que constata del todo las palabras de Coppola en Cannes con las que presentó la película y con las que de hecho arranca esta cinta: “Esta no es una película sobre Vietnam. Esta película es Vietnam. Estábamos en la jungla. Éramos demasiados. Teníamos mucho dinero para gastar...y poco a poco nos volvimos locos”.

           El rodaje de "Apocalypse now", como para pegarse un tiro

A lo largo de una hora y media asistimos alucinados a un rodaje absolutamente caótico, que duró y costó mucho más del doble de lo establecido y en el que Coppola asumía toda la responsabilidad, llegando a pagar con sus propios bienes los costes de toda aquella locura. Pero a eso sumamos un guión sin terminar y que casi acaba con la salud mental de su creador. Un huracán que destroza todo el decorado; un cambio de protagonista tras tres semanas de rodaje (Keitel por Sheen); un infarto de este que casi acaba con su vida y que evidentemente retrasó aún más el plan de rodaje; y un Marlon Brando contratado tan sólo por dos semanas por una millonada indecente y que, al llegar al lugar de rodaje hace descubrir a Coppola con “horror” que ni siquiera se ha leído el guión, ni el libro de Conrad.

                                                                    Sheen casi no lo cuenta
"Hearts of darkness, a Filmmaker´s apocalypse" logra sobre todo poner a Coppola en el lugar que merece. Un hombre que venía de encumbrarse con "El padrino" y "El Padrino II" y que no tenía por tanto ninguna necesidad de embarcarse en tamaña locura, hipotecando literalmente sus bienes, su salud y su prestigio. La decisión de meterse en aquel infierno sólo puede explicarse por su total e incondicional amor por lo que hace, el cine, que tanto le reportaba y al que él tanto ha dado. Casi sin contar con ello ganó esa batalla llamada “Apocalypse now” y consiguió realizar en menos de una década tres de las más famosas y reconocidas películas de la historia. “Un tio con dos huevos”, que diría Willard de Kurtz.


Ver "Apocalypse Now" después de “Hearts of darkness” reporta el doble de satisfacción. Porque uno vuelve a quedar hechizado por el poder visual de sus imágenes, pero además les dá más mérito al recordar que hablamos de 1979, era pre-digital, y que por tanto todo eso es real: La selva volando en pedazos, los helicópteros en formación, Sheen delirando y rompiéndose la mano y un buey decapitado a machetazos. Escenas tan reales y fascinantes como las situaciones que acontecen, y que fueron recogidas a través de los testimonios de verdaderos combatientes del Vietnam. Porque en Vietnam, de veras, hubo sargentos que hacían surf entre las bombas, ski acuático por el río y Playmates para contentar a la tropa. Motivos que explican por qué se perdió esa guerra.



Si Joseph Conrad hubiera llegado a ver "Apocalypse Now", o si hubiera estado en el rodaje, probablemente hubiera felicitado a Coppola. Y seguro que ambos hubieran estado de acuerdo en que, para saber plasmarlo, no basta con imaginarlo. Sino que hay que haberlo vivido; El horror. El horror.

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miércoles, 30 de marzo de 2016

James Cagney, El hombre que mató a Humphrey Bogart


Es difícil entender como funciona el baremo con el que trabajan los “creadores de mitos” del mundo del cine. James Dean está en la sopa, Natalie Wood, o Vivien Leigh...en el olvido. Es fácil comprar un poster de "El apartamento", e imposible de "Ser o no ser". Hay camisetas, tazas, posavasos de Humphrey Bogart. Y sin embargo hoy por hoy es casi milagroso encontrar una triste foto del actor que lo humilló, maltrató y mató en la pantalla hasta en tres ocasiones. El tipo más duro que creó Hollywood durante más de medio siglo, hasta el levantamiento del código Hays. El ganster, el ladrón, el enemigo público: James Cagney.

James Cagney obtuvo su primer papel importante en 1931, cuando interpretaría al "enemigo público", ese ganster sinvergüenza, atrevido y hasta simpático, que esquivaba con astucia y violencia la ley seca y que cautivaría a los espectadores durante una buena época con diferentes nombres y en diferentes películas, pero casi siempre con el mismo rostro. Mirada dura, sonrisa malévola y puño cargado. Tres de estas películas -"Oklahoma kid", "Ángeles con caras sucias" y "Los Violentos años 20" -sin la cuál, confiesa Scorsese, no existiría "Uno de los nuestros"- están coprotagonizadas por Bogart, que tiene que contentarse con estar permanentemente a la sombra de la poderosa luz de Cagney, cuyo carácter, cuya potente actuación definía tan bien a su personaje que el espectador no podía más que seguirle hasta “la cima del mundo” (su frase más recordada) y sufrir con su muerte como si se tratara de la del tan manido héroe arquetípico creado por la industria, y no de la un hombre que lleva dos horas delinquiendo, matando, humillando a todo el que osa ponerse en su camino, Bogart incluído.

                  Cagney se encarga de Bogart en "la mejor secuencia final del cine negro", Scorsese dixit

Uno celebra esto aún más cuando descubre que Bogart era en realidad “un imbécil” según palabras de Billy Wilder, que sabría lo que decía pues trabajó con él en "Sabrina". También trabajó con Cagney, "Uno dos tres", y no habla precisamente mal: “Teníamos una escena larga, y yo decía: “vamos a necesitar dos días para rodarla” y él simplemente la hacía...¡a la primera!”                                                                                  
                                                                              
                                                                 
                                                                                                     Cagney y el otro
Porque Cagney no sólo era una cara de ganster. También era un cómico, un bailarín destacado y un especialista del drama, un actor sobresaliente. Michael Curtiz, John Ford, Billy Wilder, Raoul Walsh...trabajó con los mejores porque era el mejor. Ganó sólo un Oscar y después...con su muerte el olvido para la mayoría. Ni posters, ni camisetas, ni tazas...nada. Afortunadamente Cagney sigue vivo en la memoria de muchos profesionales. Tony Soprano pasa las noches en vela visualizando una y otra vez las tropelías del primer enemigo público del que opina, como buen experto en la materia: “dirán que Hawks inventó el género, pero Cagney es la modernidad”.

John Travolta confesó en su día que decidió dedicarse al cine tras ver a Cagney cantar, bailar y actuar en Great Dance Routine. Una vez triunfó, su única obsesión durante las fiestas hollywoodienses fue la de conocer a su ídolo. Cuando así fue, Travolta le soltó tal retahíla de halagos que el entonces anciano y retirado Cagney...se echó a llorar.

Clint Eastwood, su mejor heredero, también decidió dedicarse al cine gracias a él (y sólo con esto ya valdría para hablar de su figura) y hasta Los Simpsons le rinden merecido homenaje pomelo mediante.


                      James Cagney. Modelo para Eastwood, Soprano o Bart Simpson

Eastwood, Soprano, Scorsese, Hollywood. Sus figuras y obras no serían las mismas sin la existencia, el trabajo, la mirada fría, sonrisa malévola y puño cargado... del hombre que mató a Humphrey Bogart.