La frase del día

La fotografía es realidad. El cine es realidad 24 veces por segundo

jueves, 29 de septiembre de 2011

Las cosas como son

Como acabar con tu jefe **

¿Quién no ha querido alguna vez acabar con su jefe? Quién no ha imaginado, soñado o incluso ideado la manera de hacerle desaparecer, de quitárselo de en medio para siempre o simplemente de causarle mucho dolor? Yo mismo he tenido un total de 4 jefes y...
En fin, que de eso va “Como acabar con tu jefe”. Comentábamos en el post sobre “El árbol de la vida” cuan fácil es llevar a engaño al espectador a través de una portada, de un reparto o de un título. Afortunadamente este no es el caso, y la cinta del desconocido Seth Gordon cumple fielmente con lo que promete.

Nick (un Jason Bateman de moda) odia profundamente a su jefe. Un odio tan justificado y visceral como el que sienten sus colegas Kurt (Jason Sudeikis) y Dale (Charlie Day, todo un descubrimiento para el que no le haya disfrutado ya en la inigualable serie “Colgados en Filadelfia”) por sus respectivos amos. Cocainómanos, depravados sexuales, ególatras fustigadores, manipuladores, inútiles arrogantes, locos, gilipollas... Jefes de todo tipo, en fin, que amargan la vida de nuestros protagonistas con los que es imposible no sentirse identificados y que quedan a la salida de sus infiernos diarios para tomarse una cerveza mientras luchan por demostrar que su jefe es, sin duda, el peor de todos.

De estas conversaciones y por culpa de esa cerveza de más surge la idea de acabar con ellos, lo cuál les llevará a embarcarse en varias aventuras del tipo “saga resacón” mientras se las ven con una serie de alocados personajes, interpretados por actores de relumbrón y que transmiten tanto humor y buen rollo como el que se nota ellos tuvieron durante el rodaje.

Aniston, irreconocible
en todos los sentidos
Un sobresaliente Kevin Spacey, una provocativa Jennifer Aniston –que se suma al club de bellezas destrozadas que dirigen Nikole Kidman y Meg Ryan- un sorprendentemente divertido Colin Farrell y un desternillante Jamie Foxx soltándose el pelo y consiguiendo que las risas y la trama vayan más allá de las de sus protagonistas.

De los cuales Charlie Day es el que más carcajadas arranca. Interpreta  básicamente el mismo papel que en la ya mencionada “Colgados en Filadelfia", de largo la serie más políticamente incorrecta y salvajemente divertida que un servidor ha visto y cuyo ritmo, estilo y “rollo” son similares a los de esta película; Diálogos rápidos, solapados y tan sencillos como absurdos y personajes “corrientes” envueltos en situaciones delirantes.
No es humor inteligente pero tampoco fácil y el éxito de la cinta, que sólo puede medirse en risas, está no sólo en las brillantes interpretaciones de la mayoría de los actores sino sobre todo en un guión que podría compararse con lo que se viene diciendo del juego del Barca: “que difícil es hacer lo fácil”.



Con la extraña sensación de que todo esto podría no obstante haber dado más de sí uno sale satisfecho de la sala y con ganas de ver más películas de este estilo. Películas como "Tropic Thunder" o "Zoolander", que sin ser obras que pasarán a la historia quedan en la memoria del espectador por ser atrevidas y no tener miedo a pasarse un poco de la raya ni a reirse de uno mismo. Películas que van desde la autocrítica a la sinceridad, y que digan con clave de humor las cosas como son. Porque en serio: ¿quién no ha soñado con acabar con el jefe?.

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lunes, 19 de septiembre de 2011

La vida es así..(?)

EL ÁRBOL DE LA VIDA ***

Dejaba claro Francis Ford Coppola en el fantástico documental “Hearts of Darkness” que existe una finísima línea que separa la obra maestra de la pretenciosa, con el consiguiente abismo que separa a ambas. Esa delgada línea roja –chiste fácil- es por la que camina Terrence Malick a lo largo de las dos horas y veinte del crecimiento del árbol de la vida, causando por ello las reacciones tan adversas que se están leyendo aquí y allá.

Primeramente uno tiene que saber a lo que va. No basta con ver a Brad Pitt en los posters de la cartelera para entrar a ver una película del mismísimo Terrence Malick, del que ya hemos hablado en este blog, y desde luego no apto para forradoras de carpetas ni fanáticos de “Snatch”.
Asumido el riesgo de visionar una obra del genuino director, “El árbol de la vida” ha de entenderse a mi juicio más que como “la gran historia de la vida” como un rezo, una conversación con Dios, vaya -tanto por parte del director como de su alter ego el protagonista- en el que se manifiestan los procesos del crecimiento de un niño cualquiera –podría ser Malick como uno mismo-: La inocencia de los primeros años, la
maldad inexplicable y consiguiente sentimiento de culpa, el deseo carnal, la rebeldía y hasta el terrible descubrimiento de que su padre no es mas que un hombre cualquiera, un Don nadie, uno más. Y con todo ello, el aprendizaje.

Con esa virtud que tiene de no necesitar explicar las cosas, Malick retrata a la perfección a un padre (Pitt) incapaz, por adulto, de ver algo tan elemental como que hay cosas que un niño no puede entender o apreciar: la música clásica, la constante disciplina o las charlas filosóficas sobre la dureza de la vida cuando lo único que su hijo quiere es escuchar la radio del coche. Pitt convierte su innegable amor en exigencia, ganándose con ello el dual sentimiento de estos de amor-odio hacia él. Y todo esto de manera tan certera que uno no puede más que aplaudir.

La vida y sus pequeñas cosas.. 
“El árbol de la vida” es también un canto a esta misma, glorificándola desde los aspectos más insignificantes –una gota de lluvia, una brizna de hierba- hasta los más grande choques estelares que quedan justificados en el argumento como el comienzo de todo y que nos regalan algunas imágenes sobrecogedoras que se agradece no sean propiedad exclusiva de los documentales y que cautivan más, si uno hace un pequeño esfuerzo, que la bestial explosión de un transformer.


El problema está, en efecto, en la pretenciosidad. Porque para ser la historia de una vida, o de la vida en general, se echa en falta un punto de vista más terrenal, aun a riesgo de perder con ello la tan aplaudida poética de Malick. Y es que en la vida real las personas no caminan como si flotaran, no hablan susurrando ni en voz en off ni tienen en sus rostros ese aura de paz interior, características de todos los personajes de su filmografía que no obstante se han ido acentuando progresivamente hasta llegar a lo cansino.

Lamentablemente la pretenciosidad no queda ahí, haciéndose sobre todo patente en el último tramo de la cinta donde encontramos las similitudes con “2001” de las que tanto presume y que a juicio de un servidor se traducen en no saber como acabar, marcándose para ello un "pajote mental" muy alejado de las películas al uso que pretende ser algo parecido a un renacimiento o un paso hacia "algo más" de un Sean Penn tan flipado como innecesario en la obra. Y entonces uno puede llegar a entender (aunque desde luego no comparte) los abandonos de la sala, los ronquidos y las furibundas críticas como las de mi amigo Angel Arija, que de manera escueta y directa opinaba esto de Malick en su muro de Facebook
                               
                      Contundente Crítica del gran Angel Arija 

 Estaba Coppola en lo cierto, y  en este caso Malick camina sobre ese alambre tropezando a un lado y otro. Leí en un buen libro de cine que una de sus funciones era la de “agitar al espectador”. “El árbol de la vida” sin duda cumple el cometido, aunque a unos ese zarandeo les haga volar y a otros..vomitar. Al fin y al cabo para gustos los colores. Porque el cine es como la vida: así.

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jueves, 15 de septiembre de 2011

Un grupo de Cine

Son estos los meses más significativos y especiales en mucho tiempo para los seguidores de Queen, entre los que me incluyo con orgullo. A la reciente celebración del 65 aniversario del nacimiento del entonces Farrok Bulsara, a modo de homenajes, doodles y toda clase de recordatorios hay que sumar las reediciones remasterizadas de los primeros discos del grupo y los conciertos tributo a lo largo y ancho del planeta que recuerdan que hace ya 40 años que nació el para muchos mejor grupo rock de la historia. Para colmo, el próximo 24 de Noviembre “lamentaremos” –que no celebraremos- los 20 años de la trágica muerte de Freddie Mercury.

Un servidor no podía permitirse la desvergüenza de dejar pasar la ocasión sin su particular homenaje, cuando cayó en la cuenta de que su sencillo blog bien podría valer para el cometido. Ciertamente, es fácil hablar de Queen y el cine. Y no es algo de lo que se lea mucho. Así que esta mi oportunidad.


                                                                           
El cine en Queen
Como cualquier otro gran artista que se precie los componentes de Queen, Freddie y Roger en especial, sabían apreciar otras artes al margen de la que ejercían y eran reconocidos cinéfilos. Pasaban muchas horas viendo grandes clásicos y el destino quiso que, mientras grababan el que se convertiría en el disco que cambió la historia del rock, los hermanos Marx fueran visionados en su estudio una y otra vez. El disco iba a más, la cabeza de Freddie rebosaba de genialidades y los productores temblaban ante el coste de aquel disco que ni siquiera tenía nombre. Una locura, como aquella película que no dejaban de ver. De pronto todo les pareció tan evidente que la duda se transformó en Quorum. Era loco, genial, ópera. Era “Una noche en la Ópera”.



No fue difícil conseguir el beneplácito, y tras el irremediable e histórico éxito de su cuarto disco recibieron incluso un telegrama de su adorado Groucho, otro genio con bigote, que decía: “Sé que sois unos artistas muy exitosos. ¿será quizá a causa de vuestra sabiduría al elegir los títulos?”
                               
          Groucho reclamando su parte del éxito



El homenaje a los Marx no acabó ahí, y el quinto disco de la banda británica, ideado como “un gemelo del anterior” llevó por nombre “A Day at the Races”. Y fué, por supuesto, otra locura.

                                                           

Pero que mejor manera si eres estrella del rock que mostrar tu amor por el cine que con un videoclip. Su ya mencionada predilección por los clásicos les llevó hasta Metrópolis, -tótem del séptimo arte del que ya hemos hablado en este blog- para cuya versión restaurada Freddie había grabado “Love Kills”. Mercury quedó prendado de esas imágenes, así que las “robó” para la realización de uno de sus himnos inmortales, "Radio Ga Ga". En verdad, la temática de la canción en la que se recuerdan tiempos mejores y menos tecnológicos, combinada con la estética futurista y alienante de la obra de Fritz Lang derivan en uno de los videoclips más recordados por los fans. Lady Gaga entre ellos.

                                                           Radio Ga Ga, un mito

Queen en el cine
Por supuesto, Queen también compuso bandas sonoras que se transformaron a su vez en discos, "Flash Gordon" y "A Kind of magic", para la cinta homónima producida por Dino De Laurentis y "Los inmortales". Dos películas que podríamos considerar “de culto”, es decir, que nos gustan a unos pocos pero esos pocos la veneramos por infinidad de razones más cercanas a lo Freak que a lo meramente cinéfilo. El proyecto de "Flash Gordon" atrajo a la banda al tratarse de nuevo esa estética de ciencia ficción de los años 30, y si bien la cinta fue un sonoro fracaso ellos salieron de algún modo ganando, pues aunque el disco no es precisamente el favorito de los fans los críticos cinematográficos no dudaron en aseverar que: “De Flash Gordon, lo mejor es sin duda su banda sonora”.



Un servidor opina lo mismo de Los inmortales, que contiene piezas tan hermosas o pegadizas como "One year of love" o "A kind of magic", pero evitará entrar en el farragoso tema de criticar esta película que, para unos pocos pero furibundos fanáticos es precisamente eso, Inmortal.

                                     "Los Inmortales". There can be only one.. 

Más recientemente "El Caso Farewell", recomendable película de espías protagonizada por Emir Kusturica, recuerda al grupo inglés cediéndole además la importancia que tuvo, desde su modesta posición, en la época de la guerra fría. Según datos, Queen fue el primer grupo de rock que decidió tocar al otro lado del muro, y se convirtió con ello en un reflejo de las muchas cosas que se estaban perdiendo millones de personas bajo el mandato comunista. "El caso Fareweel" nos muestra en varias ocasiones a un frustrado chaval que se contenta con escuchar las cintas de su grupo favorito que le pasan de contrabando desde el otro lado de Berlín; aquel en el que sueña estar mientras escucha una canción muy sintomática: "Under Pressure".



                              El caso Farewell recuerda a Queen en la guerra fría.
                                   Freddie: "no querían dejarnos entrar en Rusia. Pensaban que
                                            corromperíamos a la juventud, o algo parecido..."


Y con todo, ¿para cuando una película de Queen? Según confesaba recientemente Brian May, “ya está en marcha” y podría ver la luz en 2012. Y agárrense; El valiente que se ha puesto en la piel de Freddie no es otro que Sacha Baron Cohen! De primeras suena a sacrilegio, pero uno piensa en su histrionismo, sus polémicas, sus inclasificables obras y en su modus vivendi...y piensa que tal vez estemos ante el único que puede representar a Freddie Mercury, tan gran músico como amante del buen cine.

                              Brian lo confirma: Baron Cohen será Freddie. 
                                         El físico ya lo tiene..            


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lunes, 5 de septiembre de 2011

Yo esta peli ya la he visto

"SUPER 8" Y "COWBOYS Y ALIENS"

Vaya por delante que debo ser yo el que se equivoca. Seguramente tendría un mal día, esperaría demasiado o simplemente no sabría ver las innumerables virtudes que todo el mundo le atribuye a la película del verano, “Super 8”. Pero lo cierto es que salí de la sala con una sensación que describiríamos formalmente de “ni fú ni fá, ni chicha ni limoná”. Vamos, que más que ver “la película que relanzará el cine de adolescentes” o “el mejor homenaje a una época cinematográfica” yo sólo visioné un popurrí de las mejores secuencias, ideas y argumentos de aquellas películas de los 80, esas sí originales, que no terminaban de engancharme y que se me quedaban en mero espectáculo visual. Y volví a casa con la sensación de que JJ Abrams me había vuelto a engañar, con un final “a lo Lost” es decir, tan decepcionante como de sopetón como con una historia que comienza llamándose “Super 8” para terminar dándole relevancia casi 0 a la cámara de los chavales. Pero insisto en que debo ser yo el que está equivocado. Lo acepto, volveré a verla y espero réplicas que me encaucen. 



Pero a lo que voy. Estaba aún con esa idea de “esta película yo ya la he visto” cuando entré al día siguiente a ver la otra “peli del verano”, cuyo nombre me dió vergüenza pronunciar ante la taquillera y cuya historia, al contrario que “Super 8”, no se aleja un ápice de su título: “Cowboys y Aliens”.

Y resulta que podría haberme ahorrado la entrada -8 euros, por cierto, que ya le vale-. Porque resulta que las dos cintas del verano no son sino un mismo guión vendido a dos proyectos diferentes. Tal vez lo compartieron o tal vez un equipo se lo robó a otro, pero lo cierto es que uno se quedaba de piedra al contemplar las mismas situaciones, giros, ideas generales y escenas concretas en ambas películas. A saber:


-El protagonista de ambas películas arranca la cinta sintiéndose sólo y confundido, como consecuencia de la terrible perdida de su ser más querido.
-El protagonista de ambas películas es testigo, en una imponente secuencia de colisiones y explosiones, de la misteriosa llegada de algo inexplicable a su tranquilo y aburrido pueblo..
-En ambos casos se trata de un extraterreste nada amigable, grande, marrón, reptador, no parlante y con gigantescas garras con las que machaca y descuartiza.
-Semejante bicho se las ve en una y otra peli cara a cara con un niño, escenas ambas en las que podemos ver al fin con nitidez la fisonomía del peligroso visitante. Los planos son prácticamente clavados, por lo que entendemos que también fue robado el Story board. Y sí, el niño se salva en sendas ocasiones.
-Como era de esperar, la chica es raptada por el Alien, que se la lleva a su guarida. Y el prota y sus amigos se lanzan a lomos de sus caballos o bicicletas, según toque, en busca de ella.
-La guarida está bajo tierra, y el prota la encuentra. Dentro da con los muchos rehenes del Alien, que están como colgados y en estado inconsciente, pero no muertos. A estas alturas uno también se encuentra en estado de shock ante tanta similitud, pero aún hay más.
-Unos buenos petardazos son los que distraen y hacer moverse al Alien, y así comienza el duelo final.
-La llegada de estos Aliens consigue la colaboración y el entendimiento de personas hasta entonces seriamente enfrentadas. Padres e hijos, indios y vaqueros, padres e hijos vaqueros...
-El Alien se sube a su fálica nave que tiene justo encima de la guarida y huye. Los humanos lo flipan con el ascenso de la nave, y el prota se siente gracias a toda esa aventura extrañamente más cerca de su ser querido y perdido..


Y claro, tras esto uno no puede más que preguntarse si Steven Spielberg, productor de ambas cintas, tuvo una idea y decidió venderla a todo el que la quisiera. Si tanta falta de ideas en Hollywood conlleva a la irremediable repetición o si uno exagera y ve calcos alarmantes donde sólo hay “asombrosas coincidencias”.
Con todo ni siquiera sé con cuál quedarme. Tras casi trescientos minutos de monstruos agresivos, explosiones inexplicadas, guiños a los clásicos y moralejas entrañables en mi interior no hay emoción, ni nostalgia ni satisfacción, sino tan sólo una sensación: “yo esta película ya la he visto..”.

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