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lunes, 28 de abril de 2014

Dios, que ciudad

Siguiendo con las recomendaciones de tipo “pack” tipo “Apocalipsis al cubo”, en el que se recomendaba el visionado no sólo de "Apocalypse now" sino también del documental de su rodaje, "Hearts of darkness" y la lectura del libro que inspiró ambas obras, "El corazón de las tinieblas", esta semana quisiera hablar de la que yo llamo “la trilogía de Río”, y a cuento de cómo está el patio hoy por hoy en la ciudad brasileña.

Se acercan los meses más importantes de la historia reciente de Río de Janeiro con la celebración, en menos de 700 días, del mundial de fútbol y los Juegos Olímpicos, y todo el país trabaja desde ya por mostrar lo mejor de su pueblo, que es mucho. El cine, poderosísima arma en estos campos del marketing también se ha puesto manos a la obra y los últimos ejemplos de ello son "Río" y "Río 2" la animada historia del guacamayo perdido en esta magnífica polis o hace ya más tiempo "Fast and Furious 5", donde Vin Diesel y sus amigos hormonados van perdiendo puntos del carnet por las mismas calles que sobrevuela el susodicho pajarraco azul.


Dos buenas maneras estas de presentar una ciudad que la última vez que cobró verdadero protagonismo en la pantalla grande fue para hablarnos de su barrio más peligroso y marginal, "Ciudad de Dios", donde las barrabasadas de Zé Pequeño enfocadas por la cámara de Buscapé dieron la vuelta al mundo, catapultaron a Fernando Meirelles como “el nuevo Scorsese” y nos recordaron de manera rotunda pero además brillante las cosas que pasan día a día a muy pocos metros de la playa de Ipanema.



Probablemente de haber sido "Ciudad de Dios" producida ahora y no hace ya 11 años no habría tenido la repercusión mediática ni el éxito internacional que se ganó merecidamente, pues desde Brasil se hubiera hecho lo imposible por no mostrar al mundo la clase de lindezas que se cuecen en las favelas de Río.
Y digo todo esto no por fantasear, sino porque es la única explicación que encuentro a la nula propaganda, distribución y difusión que se está dando fuera de sus fronteras a la saga nacional más vista de la historia del cine carioca; "Tropa de Élite", de José Padilha.

"Tropa de Élite" (I y II), y salvando las distancias técnicas y de montaje que en efecto les separa, viene a ser la continuación de "Ciudad de Dios". O mejor dicho, la otra cara de la moneda de la cruda realidad de las favelas de Río; la que viven los policías. El Coronel Roberto Nascimento (Wagner Moura) honesto como Serpico y sucio como Harry Callahan, comanda el grupo especializado del BOPE que habrá de “limpiar la mierda” que representa el tráfico de drogas en Río de Janeiro. Y lo hará teniéndose que enfrentar no sólo a todos aquellos criminales que tan bien quedaron reflejados por Meirelles, sino también a los propios policías corruptos que sacan tajada del negocio, a una sociedad que les trata de asesinos y a esos universitarios progres que ya quedaron retratados en "Ciudad de Dios", gastándose el dinero de papá en unos gramos de aventura sin ser concientes (o siéndolo) de la gente que muere cada día para que ellos se den un capricho en forma de raya.

Si eres malo Nascimento dará contigo
Toda esa falsedad e hipocresía con la que ha de luchar un policía honrado en cualquier parte del mundo se multiplica en "Tropa de Élite 2" donde, a la vez que Nascimento va subiendo posiciones, va comprobando con impotencia e indignación (la misma con la que uno acaba tras la película) como cuanto más subes más mierda hay. Los niños armados de la favela no son nada comparados con los senadores, ministros y políticos en general que venderían y matarían a su madre por un voto de más, conchabándose para ello con los mismos criminales y polis corruptos que están pudriendo las calles que ellos prometen limpiar.

“¿Quién crees que te gobierna?” Pregunta Nascimento como guinda de una saga redonda que toca todos los palos de este gran problema que tiene encima Río de Janeiro. Una pregunta que bien podría hacersele a un español en estos tiempos de indignación y chivatazos impunes, y que es indudable no habrá gustado a la clase política del que será inminentemente el centro del mundo. ¿Será por eso que fuera de Brasil nadie o casi nadie ha oído hablar de “Tropa de élite”, ganadora entre otros muchos premios del Oso de oro de Berlín? Será.



Visionar “la trilogía de Río” es darse un atracón de buen cine. Y es además la mejor manera de adentrarse en un asunto tan real y cotidiano como aparentemente inverosímil: la delincuencia, violencia, corrupción y peligro que acechan día a día a Río de Janeiro y sus millones de honrados habitantes. Menos mal que en verdad existen hombres como Roberto Nascimento, dispuestos a lo que sea por parale los pies a Zé Pequeño y los demás. 

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