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lunes, 10 de febrero de 2014

La gran estafa

La gran estafa americana **


Si tuviera que destacar una de las muchas virtudes que posee como director David O.Russell es la de saber lo que quiere. Sus tres últimas películas le han granjeado en su mundillo el título de ‘maestro’, gracias a esa capacidad de hacer de cada una de ellas lo que  pretende: un hermoso dramón familiar, aunque sea oculto tras unos guantes de boxeo -The fighter-, una buena y de verdad diferente comedia romántica –El lado bueno de las cosas- y una para ganar Oscars –La gran estafa americana-.
Y catalogo así su última obra porque desde hace ya unos cuantos años los directores parecen haber cogido el truco que les lleve a optar a la preciada estatuilla, que pasa por conseguir ‘una peli bien hecha’. Algo sin duda meritorio pero que en multitud de ocasiones –cada vez más- no significa que sea ‘una buena peli’. Son cosas diferentes, pero es como si Hollywood no supiera o no quisiera verlo así. Y por ir al ejemplo evidente, nombremos a Titanic.

¿Pero cuáles son los elementos que uno necesita para llevar a cabo esta estafa, este truco engañoso?. Según nos presenta la propia película, que va precisamente de eso, la actuación, los adornos, los detalles. Elementos que le den credibilidad al producto, que lo hagan atractivo y jugoso para un consumidor incapaz de ver que la hermosa caja que va a comprar está en realidad vacía.

O. Russell se vale por tanto de dichos elementos, y comenzando con la representación de su ‘estafa’ apoya toda la película sobre los hombros de un reparto sumamente llamativo, en todos los aspectos. Actores jóvenes, guapos y también buenos –Jennifer Lawrence, Christian Bale, Bradley Cooper, Amy Adams y Jeremy Renner- con los que ya ha trabajado en sus películas y que sabe son todo un seguro tanto artístico como económico. Ni un pero, es más, un aplauso por ello.

Lo siguiente es situar a estas estrellas en un época que no sea la nuestra. Otro vestuario, otro atrezzo, otro rollo. Y ya tenemos el adorno. Los 70 atraen a cualquiera, y los personajes dantescos también. Así que la historia del patético pero brillante estafador Irving Rosenfeld –Bale- no tiene por qué fallar. Tipo peculiar, buena música y vestuario retro van a conseguir que, como poco, el tráiler no pase desapercibido.
Y por último, los detalles: los escotes de Amy Adams, los primerísimos planos de la cautivadora Lawrence, la enésima transformación de Bale, las secuencias ralentizadas o las apariciones estelares…
Poco importa que no vengan a cuento o que de veras aporten o no algo a la historia en sí. Su mera presencia queda bien, da empaque. Y cuanto más empaque.. ¿mejor?. ¿O mejor hecha?.

Lo que importa de una estafa, nos lo dice la película, es que acabe colando. ‘La Gran estafa..’ lo hace, aunque ya no sabe si eso es más digno de elogio que de escarnio. Posee algo tan sencillo como una historia, pero carece de algo tan complicado como lo que esta encierre y transmita.
Porque cuando esto se consigue los adornos son pocos y están a los lados, y los detalles son más de guión que técnicos. Y entonces sí es un señor regalo.

El otro regalo, el que nos da O. Russell, llama la atención, entretiene y con suerte consigue premios. Pero al final, con el tiempo, más de un cliente acaba entendiendo que aquello que le vendieron no era más que un artificio. Una hermosa caja de marca llena de colores por fuera y vacíos por dentro. Y entonces se siente estafado.

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