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lunes, 30 de enero de 2012

"J.Edgar", como Hoover.

Crítica "J.Edgar"

Cuando los dos iconos cinematográficos de uno son James Cagney y Clint Eastwood es inevitable que “J.Edgar” te emocione y te fascine durante unos cuantos minutos. El mítico director norteamericano, que ha asegurado siempre deberle a Cagney su decisión y anhelo de dedicarse al cine, hace referencia en su última película y en más de una ocasión a su figura y su obra, viniendo además a cuento y encajándola de lujo en la agitada e inquietante vida del director del F.B.I.

En verdad, mucho tienen en común “J.Edgar” y una de las pelis de Cagney a las que hacen referencia, “G men” pues ambas retratan la creación del F.B.I tal cual lo conocemos hoy y los métodos de investigación y acción que fueron evolucionado con los años para dar mejor al traste con los malos. Ese incesante empeño de Hoover en mejorar el departamento, junto con una buena dosis de publicidad y un poquito de la corrupción siempre necesaria para alcanzar los fines más altos fueron los que consiguieron que los Dillinger de turno fueran al fin vistos como “los malos” y F.B.I y sus hombres como “los buenos”. Y así también Cagney pasaría de interpretar al venerado “enemigo público” a ponerse al frente de los “G.men”, arrastrando con ello al público al lado correcto. Al de la ley.

 los hombres G. Los hombre de Hoover

Pero lo cierto es que esa trama que bien podría bastar y sobrar no es más que una más de las muchas que posee la cinta, convirtiendo un trabajo de impecable factura técnica en una amalgama de historias sin acabar: complejos de Edipo, indefinición sexual, política, sentimientos, corrupción, Historia...y trama. Podría caber todo y ser una obra maestra. Pero es que no encaja.

En verdad, la película en sí es como la vida de Hoover; rápida al principio, sin tiempo siquiera para títulos de crédito, con tanta prisa y ambición como las de ese joven trabajador del departamento de justicia. Y sombría después, llena de misterios y cabos sueltos aún por atar –Eastwood, como hiciera la propia Historia, deja entrever sin llegar a decir que tal vez Hoover pudo haber estado tras los traumáticos asesinatos de Martin Luther King y J.F.K-


                                             Hoover, con su tan requerida y ansiada arma

Queda bien claro y eso es mérito de Eastwood que Hoover fue un hombre tan paranoico y difícil como la época en la que le tocó vivir, y ese trabajo lo borda un Leonardo Di Caprio cuya no nominación a los Oscars clama al cielo casi tanto como la de Ryan Goslin por “Drive”. ¿Y entonces, que es lo que falla? Lo mismo en “J.Edgar” que en Hoover: la ambición de quererlo todo.

Buen tandem. Insuficiente resultado?
Porque su dependencia emocional, su homosexualidad o sus manías personales abarcan minutos pero no importan tanto, amén de que no dejan de meras suposiciones que siempre restarán credibilidad a una película histórica. Y es que A “J.Edgar” le pasa como a “La Dama de hierro”; se obceca en contarnos como era el personaje de puertas para adentro y se olvida del un público al que no le importa que la Thatcher chochee –supuestamente- ni que Hoover fuera gay –supuestamente- sino el porqué hicieron historia, como se convirtieron en ella y porqué merecen un biopic.
Sí, “J.Edgar” es como la vida de Hoover; Sobresaliente en su trabajo, ambiciosa, compleja, agotadora, imponente, larga. Y un poquito mentirosa.  


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