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jueves, 8 de marzo de 2012

Moscú no cree en tus lágrimas (o feliz día de la mujer)

Tras varias semanas de inactividad blogera en las que desde luego nadie ha recaído salvo yo mismo y mi orgullo, vuelvo hoy a escribir un post y lo hago en honor a la mujer trabajadora. Pero también en honor a los rusos, y me explico.
 Ha sido esta una semana muy intensa para ellos tras celebrar sus agitadas y polémicas elecciones presidenciales. Por todo el mundo circulan imágenes que hacen cuanto menos sospechar de tongo, así como otras que nos muestran al reciente electo Presidente, Vladimir Putin, derramando unas lágrimas que se antojan un buen reflejo del sentimiento de muchos ciudadanos y que a un servidor le remiten irremediablemente a una grandísima película que para colmo le viene que ni pintado para hablar de mujeres y trabajo: “Moscú no cree en las lágrimas”.

Totem del cine soviétivo, ganadora del Oscar a la mejor película extranjera en 1980 y supuestamente basada en "Manhattan" de Woody Allen, la obra maestra de Vladimir Menshov es a la madre patria lo que “La mejor juventud” a Italia, o la serie “Cuéntame” a España; el fiel, sencillo y certero reflejo de la vida de una personas corrientes a través de los años y enmarcada en los acontecimientos y avatares de la segunda mitad de siglo de su país. Algo tan simple de pensar como difícil de realizar.   


Tonia, Ludmila y Katia viven en el Moscú de los 50 en busca de su gran oportunidad, ya sea un hombre o un buen trabajo, en una época en la que ambas cosas brillan por su ausencia. Se pasean por las calles de la capital con sus mejores galas, fingiendo ser ricas estudiantes a modo de cebo para el sexo opuesto y soñando con una vida mejor que sólo conocen a través de las películas francesas que van a ver al cine y de alguna que otra fotografía.


Con una aplastante sencillez y un elaborado guión que hace que todas las piezas vayan encajando, a lo largo de 2 horas y media conocemos los sueños, logros y fracasos de cada una de las protagonistas, trabajadoras incansables que nunca se rinden y que consiguen lo que tienen a base de esfuerzo y sacrificios. El trabajo da sus frutos, pero también la suerte juega sus cartas, las tornas cambian...y la vida, en fin, traza su propio camino poniendo a cada una en su sitio, que no donde merece.

Y con el retrato de sus vidas el de toda una sociedad, la rusa, en la que conviven la diferencia de clases, el machismo, los ideales, el alcoholismo...Menshov aborda como si nada el sentir y el vivir de toda una generación rusa que tiró de esfuerzo y constancia para superar la peor de las guerras y la peor de las dictaduras y que se apoyó en la camaradería, en la amistad, para conseguir el objetivo final de cada uno de ellos: la felicidad.


Por eso, cuando estos hombres y mujeres ven brotar lágrimas de los ojos de su nuevo mandatario, uno entiende que no puedan más que tomárselo a guasa. Ya han visto bastante cosas como para que un probable fraude electoral les sorprenda, y desde luego ya han vertido suficientes lágrimas como para saber cuales son reales y en cuales no hay que creer en absoluto.


“Moscú no cree en las lágrimas” es una película completa, un melodrama intenso y conmovedor, de esos que se te quedan en la memoria como el nombre de sus protagonistas. Y desde luego la mejor recomendación posible para este día internacional de la mujer.


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