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domingo, 3 de noviembre de 2013

La Annie Hall del Siglo XXI

Don Jon ***



Tal vez, solo tal vez, si Woody Allen fuera hoy en día un treintañero, haría películas como la de Joseph Gordon-Levitt. Tal vez si hubiera nacido en los 80 y hubiera crecido con Facebook, smartphones y música electrónica, en vez de Annie Hall nos hubiera regalado algo parecido a Don Jon. Porque los barbitúricos, los psiquiatras y los clubs de jazz los hubiera cambiado por el cubata, las páginas porno y las macrodiscotecas, teniendo además en cuenta que el espectador sería -es- otro. Pero la esencia, la intención y el resultado de sus películas serían los mismos. 

En efecto, Don Jon es la versión moderna, guarra y choni de Annie Hall. Orientada hacia ese público que ya es adulto aunque se niegue a aceptarlo, la primera película como director de Gordon-Levitt toma los mismos elementos de los que se valía el mito neoyorquino para crear sus grandes clásicos: Chico normal un tanto perdido que cuenta su fallida historia de amor. Chica genuina y por ende complicada por la que el chico beberá los vientos. Familia del chico tan disfuncional como desternillante, y sketches varios enmarcados en la rutinaria vida del personaje, con diálogos desenfadados y creíbles, hasta llegar a un final abierto, agridulce, de esos que te dicen que la vida real no es siempre como las películas. 


Barbara Sugarman, una chica de hoy en día
Don Jon, como Annie Hall y otras muchas de Allen, también comienza con una sucesión de carcajadas para ir poco a poco girando hacia la seriedad, y desde luego también encierra una sutil y acertada crítica a la sociedad actual, a la mentalidad de muchos, al cine, a la iglesia, al postureo establecido... pero siempre con un tono de humor -más fácil y burdo que el de Allen, digámoslo todo- logrado a base de un guión y un montaje tan aparentemente fáciles como ciertamente difíciles. Y es que en el cine en general y en la comedia en particular, cuando te la juegas con la edición y el guión, caminas sobre una fina línea que separa la genialidad del ridículo. Pues por ejemplo, y yendo prácticamente de lo mismo, Don Jon está a un lado de esa línea, y Alfie, al otro. 

Y encima Diane Keaton es Scarlett Johansson. Como ella entonces, se come la pantalla con su actuación, su vestuario, su sonrisa y lo que no es su sonrisa. Musa ella también de toda una generación que puede y quiere ver más "Woodys" Allen y menos "Rolands" Emerich, y que probablemente se sienta tan identificada con Don Jon y sus cosas que incluya su historia en la sección de "de culto" de su particular videoteca, al lado de El gran Lebowski, Clerks, Trainspoting, Pulp Fiction...y Annie Hall.

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1 comentario:

  1. Sentido del humor "-más fácil y burdo que el de Allen, digámoslo todo-"... La marca de clase de Allen no está, luego no se parece más que en esqueleto.

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